La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló en su más reciente informe que la tasa de desocupación entre los jóvenes en América Latina y el Caribe es tres veces mayor que la de los adultos, alcanzando un 13.8% en 2023. Además, cerca del 60% de las personas jóvenes trabajan en la informalidad, lo que limita su acceso a la seguridad social y a condiciones laborales dignas.
El estudio, que analiza el panorama laboral de la región, destaca que, a pesar de una leve recuperación en los niveles de empleo tras la crisis del COVID-19, persisten desigualdades significativas que afectan especialmente a la población joven. Las mujeres y quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad son los grupos más perjudicados.
Informalidad y desigualdad: los principales obstáculos
La OIT señaló que la alta informalidad laboral entre los jóvenes limita sus oportunidades de desarrollo y acceso a derechos básicos, como la seguridad social y salarios dignos. “La gran mayoría de las personas jóvenes que no estudian ni trabajan remuneradamente son mujeres, cuyas responsabilidades de trabajo doméstico y otras formas de cuidados no remunerados obstaculizan su inserción laboral con trabajo decente”, destacó el informe.
Además, el organismo internacional apuntó que, aunque muchas personas jóvenes valoran la flexibilidad de nuevas modalidades de trabajo, como el teletrabajo y el empleo en plataformas digitales, el acceso a estas oportunidades está condicionado por las habilidades digitales y el nivel socioeconómico, lo que incrementa la desigualdad entre este grupo poblacional.
Jóvenes que no estudian ni trabajan: un problema persistente
El informe también abordó la problemática de los jóvenes que no estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”. Al finalizar la transición a la pospandemia, cinco de cada siete jóvenes en esta situación eran mujeres, lo que refleja las barreras adicionales que enfrentan debido a las responsabilidades de cuidado no remuneradas.
“La falta de empleo estable y remunerado para las personas jóvenes sigue siendo una de las mayores preocupaciones para el futuro laboral de la región”, subrayó la OIT. La alta informalidad, la baja productividad de las economías y los bajos salarios son factores que continúan limitando las perspectivas laborales de este grupo.
México y Chile: esfuerzos por impulsar el empleo juvenil
En su análisis, la OIT reconoció los esfuerzos de países como México y Chile para implementar programas que buscan mejorar la empleabilidad de los jóvenes. “A principios de la década de 2000, se implementaron programas de ‘primer empleo’ y contratos de formación/aprendizaje, aunque con limitaciones debidas a restricciones financieras y a la dependencia de un contexto macroeconómico favorable”, señaló el informe.
Estas iniciativas han buscado facilitar la transición de los jóvenes al mercado laboral, aunque su impacto ha sido limitado por factores estructurales y económicos.
Un llamado a la acción
La OIT hizo un llamado a los gobiernos, empleadores y organizaciones de la región para redoblar esfuerzos en la creación de políticas públicas que promuevan el empleo juvenil, reduzcan la informalidad y garanticen condiciones laborales dignas. Asimismo, destacó la importancia de invertir en educación y capacitación digital para cerrar las brechas de habilidades y mejorar las oportunidades de empleo para las nuevas generaciones.
Mientras tanto, el panorama laboral para los jóvenes en América Latina y el Caribe sigue siendo un desafío urgente que requiere atención inmediata y soluciones integrales para evitar que la falta de oportunidades siga afectando el futuro de millones de personas.