Jóvenes científicos en la UAN revolucionan la conservación del mango con recubrimientos naturales

Estudiantes de México y Colombia colaboran en un proyecto innovador que busca alargar la vida útil del mango ataulfo mediante recubrimientos naturales.

La ciencia no conoce fronteras, y el trabajo de dos jóvenes investigadores lo demuestra. Ilse Yeraildi Correa Estrada, alumna de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), y Diego Alejandro Cruz, estudiante de la Universidad de Cundinamarca, Colombia, eligieron la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) como sede para desarrollar un proyecto que podría transformar la industria de la postcosecha del mango.

Bajo la supervisión del investigador Rosendo Balois Morales, de la Unidad Académica de Agricultura (UAA), ambos estudiantes participan en el *30 Verano de Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2025*, enfocándose en el proyecto “Recubrimientos de quitosano y almidón en manejo de postcosecha del mango ataulfo”.

Innovación al servicio de la agricultura

El objetivo principal de esta investigación es prolongar la vida útil del mango, manteniendo su calidad y añadiendo un efecto antimicrobiano. Según explicó Balois Morales, el uso de biopolímeros como el quitosano y el almidón podría retrasar la pigmentación del fruto, conservando sus propiedades por más tiempo.

“Este tipo de recubrimientos no solo beneficia al mango ataulfo, sino que su aplicación puede extenderse a otras variedades de frutas, optimizando su manejo postcosecha y reduciendo pérdidas”, destacó el investigador.

Durante su estancia, Ilse y Diego participan activamente en la evaluación de parámetros clave como peso, color, firmeza, acidez y sólidos solubles, adquiriendo experiencia tanto en laboratorio como en campo.

Formación sin fronteras

Para los jóvenes científicos, esta movilidad académica representa una oportunidad invaluable. “Elegimos la UAN porque su línea de investigación complementa nuestra formación profesional, desde la teoría hasta la práctica en el manejo de postcosecha”, compartió Ilse.

Diego, por su parte, destacó que además del aprendizaje científico, esta experiencia les permite sumergirse en la cultura y tradiciones de Nayarit, enriqueciendo su perspectiva personal y académica.

El Programa Delfín, que cumple 30 años fomentando la colaboración científica entre jóvenes, sigue demostrando que cuando el talento y la pasión se unen, los resultados trascienden fronteras. Este proyecto no solo fortalece las habilidades de sus participantes, sino que también contribuye a resolver desafíos globales en la seguridad alimentaria.

Con iniciativas como esta, la ciencia sigue siendo un motor de cambio, probando que las alianzas internacionales y el trabajo interdisciplinario son clave para construir un futuro más sostenible.